El número de abonados volvía a otorgar un superávit al club, pero el público sentía que daba mucho y recibía poco por parte del equipo, así que para la temporada 1988/89 el club contrató a Víctor Espárrago, que venía de hacer historia con el Cádiz, y no solo consolidó al Valencia en Primera sino que lo llevó a competición europea al finalizar la temporada en un sorprendente 3.º puesto.